La familia: El lugar donde aprendemos la ternura.
¨La familia es tal vez el único y verdadero tesoro que poseemos en la tierra, pues si bien es cierto que nada nos llevamos, es en ella donde nos quedamos¨.
Terminada la Navidad e iniciado el primer mes del nuevo año llenos de momentos en los que el corazón se enternece y nos llenamos de ilusiones y propósitos, es importante aprender a edificar sobre roca nuestros deseos y armar nuestros planes desde el corazón para que no se queden desperdigados en el tiempo.
Nos referimos a esos proyectos de vida en los que se incluye el perdón, la ternura y la restauración familiar. No existe institución sobre la tierra que merezca tanto nuestro interés como la familia. Es en ella donde Dios inició una historia de salvación y de amor para cada uno de nosotros; es en ella donde a pesar de todas sus deficiencias experimentamos la ternura de Dios y se le aprende a amar y respetar, y es en ella, por tanto, donde debemos hacer las mejores inversiones de tiempo y afectos. ¨Todos afirman que Dios y la familia son lo primero en su vida, pero aparecen en la práctica en el segundo lugar a la hora de invertir tiempo y dinero¨.
Al iniciar un nuevo año, dejando atrás lo vivido, es importante pensar en lo que podemos hacer y alcanzar dentro de nuestra familia, qué valores queremos seguir inculcando y cuáles deben reforzarse; es hacer una inversión verdadera.
Una de las cosas que resulta imperativo mirar es el tiempo invertido en casa. El “no tengo tiempo” es la excusa perfecta para buscar un legado económico que les asegure el futuro, pero mientras hacemos eso, ¿quién está cuidando de la estabilidad emocional y calidad de vida de nuestros hijos?
Compartir mejores espacios y momentos de calidad con los de la casa, nos permite crear espacios sagrados que nos lleven a todos a posponer cualquier otra cosa por el beneficio del hogar, siendo estos los que fortalecen los vínculos afectivos. Padres que no acarician a sus hijos difícilmente pueden acceder a su corazón.
Que en este 2020, el trabajo no sea una excusa para no abrazar, besar, acariciar a la pareja y a los hijos; que el dinero no sea el paliativo para los momentos de soledad y que la ternura esté a la orden del día como el plato principal del amor. Creo que esto es un verdadero proyecto de vida en común. Todo lo demás: una casa preciosa, trabajo, diversión, se vuelven elementos importantes siempre que se encuentren por debajo en la escala de valores de lo que debe ser realmente indispensable para todos.
Revisemos esa escala que todos llevamos en la cabeza y preguntémonos si se encuentra arraigada en el corazón, porque el problema no está en lo que creemos que nos importa sino en lo que en verdad nos importa.
Muchas bendiciones, y un próspero y venturoso año 2020 en el que Jesús sea siempre un invitado especial y nuestro hogar un lugar de encuentro, al que todos quieran llegar y del que nadie quiera salir.
Felicidades.
Dpto. de Psicología de Mar Azul